Barcelona
- Esta falta de ti
- 7 jun 2017
- 2 Min. de lectura
Barcelona siempre me ha parecido una ciudad muy bonita. Llevo años tratando de conocerla bien, de caminar por todos sus rincones y escondrijos. Sé que hay mil sitios que todavía no he visitado. Y aunque sé que debería dejar que ella me sorprenda, a veces no puedo. El gentío y el ruido lo impiden. Tanta gente, tan diferente, tan inconsciente... Por ejemplo, el Barrio Gótico ya no parece nuestro. Es de los turistas. Al igual que Plaza Cataluña o las Ramblas. Es Barcelona pero sin serlo. Yo siempre digo que es como si esos lugares no fueran para nosotros, los catalanes. Son para los que llegan y dentro de poco se irán. Para los que gastarán algo de dinero en la ciudad, pero no sabrán admirarla.
No sabrán admirar la Pedrera, la Sagrada Família, el Arc de Triomf, la magia de la Ciutadella... Todo serán fotografías para, en el fondo, poder evidenciar que han estado en Barcelona. Nada más. Es por eso que creo que, poco a poco y año tras año, Barcelona está perdiendo su esencia, y está dejando de ser nuestra. Quizá nunca lo fue, quién sabe.
Debido a esto, cuando dejé de ser una niña comprendí que no quería vivir aquí toda mi vida. Que lo mío no era la ciudad, y mis padres lo habían notado desde que tendría unos seis años. Era pequeña cuando me sentí en calma en medio de un bosque, de la naturaleza. Conozco poca gente que piense así. Normalmente la mayoría quieren vivir en una gran ciudad. Es cierto que ésta te aporta unos beneficios, sobre todo laborales, que en un pueblo perdido en la montaña no tendrás. Pero ¿y la calma? ¿y el silencio? En cierta manera, eso lo recompensaría todo.
Así que, querida Barcelona, eres muy bonita. Pero has dejado de sorprenderme. Te han manchado y reutilizado para fines alejados del simple hecho de admirarte, de admirar tus obras y sus autores, que hicieron un gran trabajo. Hicieron arte. Y tú eres arte gracias a ellos. Un arte que, ahora mismo, solo significa dinero. Y no belleza.
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